La cadena del odio: reflexiones tras la muerte de Pinochet

Bajé a almorzar pasado las 3 de la tarde. Un rato antes había tenido una de esas sensaciones raras que me vienen. Prendí la tele y me enteré de la muerte Pinochet. La muerte de este personaje en sí, no me causa ni pena ni alegría. Es para mi solo parte de un proceso natural. El caballero ya estaba viejo, asique era algo que debía ocurrir dentro de un corto plaso. Sin embargo, me dieron pena las imágenes que vi en la tele. Era esperable, sin lugar a duda, pero no por eso dejaron de impactarme.
Con el paso de los años y a través del contacto con personas de distintas perspectivas, he llegado a comprender a las personas que hoy lamentaban la muerte de Pinochet, así como a aquellos que la celebraron. A pesar de ello, no puedo estar de acuerdo con la celeración sobre el dolor ajeno, porque es la más vívida manifestación del odio. Entiendo porqué esa gente ha llegado a sentir ese odio, pues se que sufrieron mucho y que se realizaron grandes atrocidades. Es por eso que se ha aceptado que debido a sus sufrimientos deseen que otros sufran. Eso es el odio, el deseo del sufrimiento ageno y eso ha sido ampliamente aceptado en nuestra sociedad. Si otro te ha hecho daño está abalado desearle mal.
Escuché a una señora decir que "debía alegrarse", tal cual, como si fuera un deber. Muchos hablan de reconciliación y de seguir adelante, pero muy pocos llevan a cabo lo necesario para ello. Muchos dicen que en la medida en que se haga justicia se podrá producir esa reconciliación, pero ¿qué significa hacer justicia? A menudo se escuchan frase como "que page por lo que hizo", "que sufra por lo que hizo"; frases que recuerdan al dicho "ojo por ojo y diente por diente". Eso no es perdonar, no es reconciliación, es seguir con la cadena del odio. Y fue esa cadena la que llevó justamente a que se produjeran los hechos que hoy se condenan. ¡¿Cuando se va a cortar la cadena?! Se que muchos no creen que cosas como estas se puedan perdonar y claramente es difícil, como siempre lo es el perdonar. Lo único que a mi parecer puede romper la cadena de odio, es la altura de miras, el ser capaz de ver más allá de uno, el poder entender al otro, osea, ver porque es como es y porque hace las cosas que hace. Entender no significa estar de acuerdo.
Las cosas no son tan simples, no hay un bando bueno y una malo. Hay dos grupos que fueron incapaces de abrirse a intender al otro y lo siguen siendo. Eso fue lo que me dio pena: ver como el odio nos cubre, como la gente es incapás de ponerse en el lugar del otro y respetar al otro, ver como la cadena no se a roto, porque la gran mayoría no está dispuesta a hacer el esfuerzo que se requiere. Seguimos siendo un país dividido por el odio, por lo que nada nos asegura que no se vuelva a producir en el futuro una situacion silimilar a la que se vivió hace años atrás. Sólo me queda tener fe en que de a poco más personas se atrevan a romper la cadena.