Siguiendo al viento

jueves, septiembre 27, 2007

La subjetividad del tiempo y la maravilla de la lluvia

Esto de ser profesora y estudiante te da una especie de doble personalidad. Hoy terminó mi semana laboral, pero mañana termina mi semana como estudiante. De hecho cuando terminé la última clase y venía de vuelta a casa sentía como si fuera viernes, aunque sabía que no lo era; pero de alguna forma para mi sí lo es, al mismo tiempo que no lo es. La subjetividad del tiempo, le dicen, pues aunque el tiempo en sí sea objetivo la persepción de este es subjetiva. Y después de todo, el tiempo sólo existe porque nosotros lo persibimos, asique es la subjetividad del tiempo lo que realmente importa; lo demás es pura anécdota, simples datos, convenciones para poder entendernos (como las palabras que tantas veces nos quedan cortas para expresar lo que sentimos).
Hoy amaneció nublado, pero con calor, si bien un poco menos que ayer. Cuando salí de mi primera clase vi que se había largado a llover, asique me acomodé a leer en un sofá de la biblioteca al lado de un ventanal. Tormenta tropical eléctrica, hermoso. Hice la segunda clase y en el cmaino de vuelta a casa apenas me cayeron un par de gotas. Al rato fui a comer a Reamer, a eso de las 7 y en la mitad del camino se larga a llover a chusos. Yo andaba con shorts, polera son mangas y chalas, porque igual hacía calor, de hecho no me dio frío. Me costaba caminar de lo fuerte que llovía, las gotas rebotaban en el suelo y salpicaban. Llegué empapada al comedor. Me topé con una compañera de un curso a la entrada del edificio y abrió los ojos sorpendida. Yo me reía, es tan rico sentir la lluvia cayendo sobre tu cuerpo y como no hace frío lo puedes disfrutar. Pasé al baño para secarme un poco y fui a comer. La chica que está a la entrada del comedor controlando la entrada también me miró sorprendida (la chica que está en la entrada para las cenas es muy amable, asique siempre hablo con ella). Cuando terminé de comer aún llovía, peor no tan fuerte, asique caminé de vuelta a casa bajo la lluvia. La mejor ducha que me he dado en mucho tiempo. A lo lejos se veía como los rayos iluminaban el cielo. Era la segunda tanda d ela tormenta. Ahora me tocó afuera.