La odisea del viaje a Schenectady. Primera parte: El viaje de ida
Como bien saben, el miércoles 14 de febrero partía rumbo a Schenectady. Debía tomar un vuelo en el aeropuerto de Norfolk a las 5:50 de la mañana. Ese avión llegaba a Philadelfia y de ahí tenía que tomar otro hasta Albany, donde el Leo me iría a buscar a eso de las 9 de la mañana. Como era tan temprano no me podía ir en locomoción colectiva, asique pedí un taxi el día anterior. Me levanté a las 3:40 de la mañana, para evitar cualquier inconveniente, pero el taxi que había pedido no llegó y debí llamar a otro taxi para lograr llegar al aeropuerto. A pesar de todos las medidas que había tomado, llegué tarde. Sin embargo, cuando me estaban tratando de poner en otro vuelo, la señora que me atendió me dijo que los vuelos desde Philadelfia a Albany se habían suspendido y que recién el primero hiba a salir a las 2 de la tarde, asique daba lo mismo que hubiera perdido el primer vuelo porque igual habría tenido que esperar en Philadelfia. Me puso entonces en el próximo vuelo a Philadelfia y en ese de las 2 a Albany. Así comenzó la odisea. Luego me enteré de que el vuelo que en un prinicipio debía tomar, el de las 5:50, había llegado a Philadelfia pero como la pista estaba congelada, no habían podido aterrizar porque el avión se refalaba y debieron volver a Nolfork. Resulta que el martes en la noche comenzó una tormenta de nieve que afectó gran parte del país y que dejó la embarrada con los vuelos. De esa tormenta sólo me enteré el dían an terior y deseé que empezara después de mi viaje. Cuando ya estaba en medio de esta aventura, me enteré que además era el fin de semana de los presidentes, una feriado escolar que remplaza lo que antes fue la celebración del cumleaños de Kenedy.
Como el Leo me hiba a ir a buscar al aeropueto debía avizarle que ya no llegaría las 9 de la mañana si no a las 3 de la tarde. Me acordé de que tenía su teléfono anotado en mi libretita, asique lo traté de llamar, pero resultó que tenía malo el teléfono. Pensé en tratar de hubicarlo por internte, pero no había llevado mi laptop y no había forma de ocupar internet en el aeropuerto si no tenías tu propio computador. Acá todo el mundo anda con su laptop. Finalmente se me ocurrió llamar a la mamá del Leo y pedirle a ella el número de él. Así lo hice y pude entonces avizarle los cambios, que recién comenzaban. El avión en el que ahora debía viajar, lo retrazaron y lo retrazaron y lo retrazaron, cosa que a mi no me complicaba simpre y cuando llegara a tomar el vuelo a Albany. Cuandp empezó a peligrar el poder alcanzar mi conexión, hablé con la persona de la aerolinea que estaba a cargo de mi vuelo y ella dijoq ue em hiba a meter en el vuelo de las 5:50 que probablemetne saliera antes que el nuestro. Sin embargo, tras varias horas de retrasos, finalmente cancelaron ambos vuelos. Entonces me dieron la opción de tomar un vuelo a Charlotte y de ahí uno a Albany, opción que tomé, pues parecía que el problema era Philadenfia. Nunca antes había escuchado esa ciudad y cuando la miré en un mapa caché que en vez de acercarme a Schenectady, con eso me alejaba, pues estaba en la dirección contraria. Me estaba dando la vuelta del tonto, pero parecía ser la única forma de llegar a Albany. Como el despelote era tan grande, el vuelo a Charlotte que me dieron era uno que ya estaba atrazado y que de hecho debería haber partido horas antes de que cancelaran mi vuelo. Con el nuevo itinerario llegaría a eso de las 6 de la tarde a Albany, asique llamé denuevo al Leo para contarle las novedades. Llegué a Charlotte y resultó que el vuelo a Álbany también se había cancelado. Ahora estaba barada en una ciudad que no conocía y debía hacer una media cola para saber que hiba a pasar con migo. En ese minuto exploté y lloré un poco mientras hacía la cola. Tras desahogarme un poco volví a darme ánimo y disfrutar de la aventura. Ese aeropuerto sique estaba colapsado, porque como allí tenían buen clima la gente llegaba pero luego no podía seguir a su destino, tal como me había pasado a mi recién. En realidad, a ratos más parecía un alberge que un aeropuerto. Había tanta gente que no cabían en los asiento asique muchos estaban sentados en el suelo o parados. Era un verdadero asinamiento. Cuando finalmente me atendieron, la chica me dio la opción de tomar un vuelo a Philadelfia que salía en menos de 1 hora y que tomara luego uno de Philadelfia a Albany que llegaría alas 10 de la noche, pero me advirtió que no podía asegurar que no se cancelara el vuelo a Albany. Claro que estar barrada en Charlotte o en Philadelfia daba un poco lo mismo, de hecho por lo menos Philadelfia estaba más cerca de Albany, asique tomé esa opción.
Partí a la puerta donde debía tomar el avión y cuando miré el pasaje me di cuenta de que era en primera clase, asique por lo menos disfrutaría de un viaje cómodo. Parecía que las cosas empezaban a salir mejor. El vuelo se atrazó, por multiples razones, incluso cambiaron la tripulación cuando estabamos a punto de zarpar, porque la que hiba con nosotros la mandaron a otro vuelo y en nuestro avión se fueron unos voluntarios. El caos era realmente grande. Sin embargo, el avión partió y llegamos a Philadelfia, donde debimos esperar un buen rato en el avión, ya que la manga se hechó a perder y no la podía abrir. Ya todos nos reímos de las cosas que sucedían. Había que tomarselo con humor no más.
Cuando finalmente me bajé de avión me enteré de que obviamente el vuelo a Albany había sido cancelado. Asumí al tiro que pasaría la noche en ese aeropuerto, pues sabía que no había forma de que llegara a Albany ese día. Lo que más pena me daba era no llegar donde el Leo en el día de su cumpleaños y arruinarle un poco su día :( . Nuevamente debía hacer una cola para ver que pasaría con migo y esa era mil veces más larga que la que había hecho en Charlotte. De hecho estuve cerca de 3 horas en esa fila. Habían unos alemanes adelante, unos brasileros atrás y un estadounidense que quería mejorar su español al lado mío. Entre todos conversamos y pasamso el rato. El estadounidense me pedía que el corrigiera su español y me preguntaba como se decían ciertas cosas, al mismo tiempo que él me corregía mi inglés. Me tocó un buen grupo al rededor que hicieron esas horas menos tediosas. Derrepente llegó una señora y le preguntó a los brasileros (que tenían más cara de latinos que yo) si sabían español y le respondieornq ue no pero que yo si. Resulta que habái una señora que solo hablaba español a la cual no le podái explicar que su vuelo había sido cancelaod y que debía hacer esa cola para saber que opciones tenía, asique tuve que darle las malas noticias y me ofrecí a haverle de traductora en el mesón de la aerolinea. Leugo volví a mi lugar en la fila, que ya era bastante adelante. por lo menso al gente d ela aerolinea se apiadó de nosotros y nos regaló botellas de agua y galletitas. Tal como me suponía, me pusieron en un vuelo a Albany que partía al otro día en la mañana. Luego fui donde la Señora que no hablaba inglés e hice practicamente denuevo la fila con ella. Resultó ser una mexicana que se habái casado a los 15 años y tenía 3 hijos todos los cuales se habían casado a los 15 años. Me sorprende que todavía haya gente que se case tan temprano. Una de las hijas vivía en USA, hiba donde ella, le cuidarái el hijo porque ella debía viajar. Con todos los atrasos no alcanzaria a ver a su hija antes de que partiera, pues la chica partía al día siguiente y la señora consigió un viaje para la mañana siguietne, igual que yo. Después de hacerlas de traductora las hice de guía y la dejé en la puerta donde debái aboradar a la mañana siguiente. Luego de todo ello partí a buscar mi puerta, pues Philadelfia tiene un aeropuerto grande. Yo tenía una puerta F que de hecho estbaan al otro lado de dodne habái dejadoa la señora. En el camino hacia mi puerta llegué a una parte donde salía que si uno entraba no podía volver. Había un trabajador del aeropuerta allí asique le pregunté si ese era el camino correcto y me dijoq ue si, pero que me aconsejaba no ir para allá todavía porque al otro lado no habían lugares dodne comer ni nada por el estilo. Llegué hasta allí entonces no más y busqué un lugar donde acostarme a dormir. Había un pasillo que tenía alfombra, donde arta gente se acostó y que estaba cerca de los lugares con comida. Obviamente yo no era la úncia que pasaba la noche allí, habían hasta abuelitos durmiendo en el suelo del aeropueto. Me acomodé en un rinconcito y dormi, pues estaba muerta. Había sido un largo día, ya eran como las 11 de la noche. Ni si quiera comí porque el sueño le ganaba al hambre. Puse el despertador de mi reloj a las 5 de la mañana para comer algo y luego cruzar al otro lado. A eso de las 2 de la mañana me desperté con sueño asique fui a comprarme un café y descubrí unas sopas, asique me tomé una. Era cumplía la doble función de alimentarme y quitarme el frio. Depués de comer volví a mi rincón a dormir. A eso de las 4 de la mañana volví a despertar con frío, esta vez si me tomé un café y me comí una galleta que había guardado de las que nos dieron en la fila de la noche anterior. Me senté y escribí lo que en un principio, cuando aún estaba en el aeropuerto de Norfolk, era una carta a mi abuela. A estas alturas se había transformado en mi crónica del viaje. Allí hiba relatando pasa a paso lo que ocurría. Cuando terminé de anotar los últimos acontecimientos, crucé el umbral hacia las puertas F. Debía pasar denuevo por la policía, dodne revizaban el equipaje y finalemtne llegué a la puerta de mi avión. Allí conocí personas que estaban desde el martes tratando de llegar a Albany. Dentro de todo, yo había tenido suerte. Claroq ue lso contratiempos no se acababan todavía. Se acercaba la hora de partida del vuelo y el piloto no llegaba, recién apareció sobre las hora. Entonces no hicieron abordar y me tocó justo en la salida de emergencia, otra cosa que nunca me había pasado. El avión era bastante viejo, se notaba en cosas como los asientos. Por todo lo que habái ocurrido hasta ahroa no descarté del todo el que tuvieramos que ocupar la salidamde emergencia, asique miré bien las instrucciones. Gracias a Dios no tuve que ocuparlas. En el viaje nos tocó bastante turbulencia y un burro un rato que viajamos entremedio de las nubes. Derrepente subimos y el sol estaba justo como haciendo una puesta de sol en el amr de las nubes. Era una hermosa imagen, de esas que nunca se borran.
Más de 24 horas después de lo planeado finalmente llegué a Albany y no veo al Leo por ninguna parte. Finalment elo llamo y me dice que no habái podiudo conseguir ningún taxi, que con lo de la tormenta no habaí ninguno disponible. Le pedí entonce sla dirección para conseguir yo uno allí en el aeropuerto y poder llegar a su casa. Claro que primero tuve que ir a hablar a Delta, la aerolinea con la que me volvía, pues en principio debía tomar un avión de vuelta Norfolk ese mismo día. Me dijeron que recién había un vuelo para el domingo, asique lo cambié para entonces y fui a buscar un taxi. Me dijeron que tendría que esperar un poco porque no tenían taxis disponibles al tiro. Finalmente tomé un taxi junto con una pareja de abuelitos y una señora, quienes iban a Schenectady también. Primero llevaron a la señora a su casa, donde el tipo que limbiada las entradas de nieve no habái apsado, pro lot nato, para entrar a su casa la señora tuvo que cruzar el antejardín con nieve que le llegaba cerca de la cintura. por la cantidad de nieve que había caido era realmente impresionante. El taxista nos cont+o que ella er auna cliente regular y que sabái que hiba a entrar a su casa y lalamr al tipo que debería haber ido para subirlo y bajarlo, proque era de esas é´rsonas que si se les met+ia algo entre ceja y ceja lo conseguía. Además nos dijo que era mejor ni si quiera ofreserle ayuda, porque no la hiaba aceptar de ninguna parte. Asique la dejamos cuando estaba emepzando a cruzar el antejardín y partieorn a dejarme a mi. El taxista era oriunda de Albany y antes había trabajado vendiendo autos. Nos contó que una vez tuvieron que buscar los autos clavando una estaca, porque no se veía nada. De hecho, supe que habían habido nevadas mucho peores otros años, cosa que para mi era in imaginable. Cerca de la casa doden está viveidno el Leo había un montoncito de nieve en la calle que hab+ai que cruzar para llegar. El taxista aceleró un poco, al cruzó dejó de acelerar. Tenía toda la tecnica, no patinó ni nada, realmente estabamos con el chofer correcto. Así terminaba la primera parte de esta viaje. Había finalmente llegado a mi destino donde el Leo me esperaba con los brazos abiertos. Y se produce el final feliz de la comedia romántica. Comiensa a sonar la música mientras la pareja se besa y se abrasa. La cámara se aleja y la imagen se desvaneces. Salen los crédito y los televidentes lloran emocionados.
2 Comments:
Amormío,
La película de tu vida, en efecto. Qué raro ser "el que espera". A lo largo de este día hubo constantes flashes a mí, viendo caer la nieve, añorando...
Te Amo,
L.
Me sumo a los comentarios de mi estimado... La brevedad me atrapa en estos segundos...
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