Siguiendo al viento

viernes, marzo 23, 2007

De Schenectady a Miami

A las 6 de la mañana del lunes 19 de marzo partía nuestro vuelo de Albany a Detroit, donde haríamos transferencia para llegar finalmente a Miami. El dían anterior yo había estado en cama, porque al parecer algo me cayó mal. Recién a eso d elas 7 de la tarde logré comer unos fideos blancos. Antes era incapaz de comer nada, pues si lo intentaba me daban ganas de vomitar. Ya veía que no podía viajar. Por suerte en la noche ya me sentía mejor. Cuando dejé de ser un estropajo, me atreví a levantarme a armar la maleta. El Leo debía hacer el último ensayo del trimestre y la cabeza ya estaba canzada, como pasa siempre con los últimos trabajos en la U. Cuando terminé de hacer mi maleta me acosté, para dormir algo, mietrsa el Leo segía trabajando. Sin embargo, tenía muchas cosas rondando en mi cabeza. Ya me quedaba poco en USA, como 2 semana sno más. Luego volvería a Chile, defendería mi seminario y sabría si me aceptaron en Union. Dejaría todo esto atrás y comenzaría algo nueva. El nerviosismo me envolvía. Dormir como 1 hora solamente y el Leo no alcansó a dormir. La maleta la hizo en un alto del trabajo. Terminó el ensayo a sólo unos minutos de que sonara el despertador para levantarnos. Ambos trasnochados, aunque por distintos motivos, emprendimos nuestro viaje.
El taxi nos pasó a buscar a la hora y llegamos sin inconvenientes al aeropuerto. El primer vuelo era cortito, pero igual algo dormimos. Llegamos a Detroit y allí preguntamso por la puerta de embarque de nuetro próximo vuelo. Dijímos que hacíamso transferencia a Miami y nos dieron el númeor de la puerta, pero cunado llegamso a ella vimos que el número del vuelo no correspondía. Mirábamos en lso monitores y no encontrábamos nuestro vuelo. Preguntamso a otra persona de la aerolinea por nuestro vuelo, pero ahro amostrándonos el pasaja y nos dieron la pueta correcta. Entonces nos dimos cuenta de que no llegábamos al aeropuerto de Miami, si no al de Fort Lauderdale. Cuando vi el nombre en los datos del vuelo pensé que sería el nombre del aeropuerto, ya que yo de hehco habái comprado un pasaje que hiba a Miami. Buscamso un mapa y vimos que Fort Lauderdale quedaba al lado de Miami. Llamamos imediatamente a la Vivi (nuestra anfitriona en Miami, quien nos hiba a ira a buscar al aeropuerto de Miami) y le contamos lo sucedido. Como tenía que ir a buscar a sus hijos al colegio, no alcansaba a irnos a buscar a Fort Lauderdale, asique cuando llegáramso al aeropuerto deberíamos ver la forma de acercarnos a Miami, hasta algpun lugar donde ella nos pudiera ir a buscar. Nuevamente dormimos en el vuelo, nuestro organismo lo pedía a gritos. Nos bajamos del avión y comenzamos a ver la forma de llegar a Miami. Por suerte en el aeropuerto había una red inalámbrica gratis y através de internet averiguamos los medios de transportes que habían. Existíanunas limosinas compartidas que se promocionaban como más baratas que los taxis, pero nos salían sobre 90 dólares. Encontramsoq ue er amucho y buscamso otra alternativa. Descubrimos que había un tren que nos podía llevar al metro de Miami y por el métro nso acercábamso hacia donde vive la Vivi y allí nos podía ir a buscar ella. Claro que para llegar al tren teníamos que tomar un bus del aeropuerto. En el aeropuerto habían buses como locomoción interna, en vez del metro que hay en otros aeropuerto acá. El bus se demoró como 1 hora en pasar. No podíamos ir a pie y los policias nos aseguraban que si pasaría. Asique lo esperamos, total no había apuro. Lo que importaba era llegar. El bus no era como los otros en los que había andado acá. Sonaba y se tambaliaba como los buses de provincia en Chile. Me acordé de las micros de Brasil. Cada vez más empezaba a sentirme en otro país.
Llegamos a la estación del tren interurbano, compramos el boleto y nos sentamos a esperar. No pasó mucho rato y vemos aparecer el tren. Nos miramos y nos reimos. La única palabra que se me ocurrió para referirme a él fue "pintoresco". Tenía una palmeras pintadas sobre un fondo azul. Era una mezcla entre metro y tren viejo. El Leo se moría de ganas de sacarle una foto y sin lugar a duda lo valía, pero para ello había que empezar por buscar la cámara y no teníamos el tiempo. En la estación del metro, eso sí, logró sacarle algunas foto desde arriba.Como la Vivi no lleva tanto tiempo viviendo acá y no anda en locomoción colectiva, no cachaba mucho tampoco y no nos podía ayudar mucho. De hecho no sabía que el metro tenía 2 estaciones Dendale, una sur y una norte. Entonces nos dijo que nos bajáramos en Dendale y cuando el pedimos que nos dijera si en la norte o en la sur, no sabía. Además, mi celular no me dejaba llamarla, asique debía llamar a mi mamá en Chile para que ella llamara a la Vivi y luego me llamara de vuelta. Todos sabemos que la comunicación en diferido no es lo mejor y puede llevar a grandes confuciones. Sin embagro, logramos llegar al Mall de Dendale y juntarnos con la Vivi. Claro que nos demoramos unas cuantas horas en todo esto.
Llegamos a la casa de la Vivi. Está en la orilla de un lago, en un condominio que tiene una piscina de agua helada junto con 1 pequeña piscinita temperada con chorros como sauna. Para sacarse el viaje nada mejor que meterte en un sauna al aire libre, cuando se está empezando a oscurecer, despues de comer algo mirando el lago. Así comenzaron nuestras vacaciones em Miami.